Por: Antonio Palechor Arévalo
Comunicador indígena CRIC
Pueblo Yanacona

En Santa Rosa, municipio conocido como la Bota caucana, en el sur del departamento del Cauca, comienza la Amazonía colombiana; una región con diferentes ecosistemas y pisos térmicos que cuenta con una gran variedad de especies en fauna y flora, además de una abundante riqueza minera. En esta región nacen los ríos Mandiyaco, Villalobos, Cascabel, los cuales tributan sus aguas al río Amazonas.

Comunidades indígenas, campesinas y afrocolombianas con el correr del tiempo se han asentado en este sector en busca de mejores condiciones de vida o en busca de refugio por la ola de violencia que viven sus territorios de origen. Allí habitan indígenas de los pueblos Yanacona, Inga y Embera agrupados en ocho resguardos, afrocolombianos llegados del valle del Patía y campesinos de diferentes partes del país. Estas comunidades convivieron pacíficamente durante un buen tiempo, pero actualmente han tenido algunas dificultades, especialmente por la tenencia de la tierra en la que ahora buscan ejercer control por ser la razón de su existencia.

Según las comunidades asentadas en este municipio, son muchas las amenazas que tiene esta región y las resumen en el interés del sector minero en apropiarse de grandes extensiones de tierra. Se trata de empresas multinacionales como la Anglo Gold Ashanti, C2 Gold S.A.S. (C2G S.A.S), Oro Barracuda S.A.S., que buscan el aprovechamiento del recurso minero. Así mismo, empresas que pretenden explotar yacimientos de petróleo que hay en los territorios, como el caso de la Empresa Colombiana de Petróleos en el sector de Sajonia, corregimiento San Juan de Villalobos, y la Minera S.A., con un proyecto de prospección aurífera consignado en un informe dado a conocer por la propia Alcaldía Municipal de Santa Rosa en el año 2019.

Según el alcalde municipal actual de Santa Rosa, Diego Andrés Ortiz Bambagüé, desde el periodo anterior “existen alrededor de 27 solicitudes de títulos mineros a cielo abierto que pretenden intervenir más de 100 mil hectáreas de tierra que, para un ecosistema como el de Santa Rosa, traería como consecuencia un desastre sin reversa para el futuro”. Por su parte, representantes de la Asociación de Juntas Comunales de la Media Bota Caucana y la Asociación de Cabildos Indígenas del Municipio de Santa Rosa afirman que las solicitudes para la obtención de licencias mineras alcanzan el 80% del municipio. Entre ellas, ya existen cuatro concesiones que no han tenido una consulta a la comunidad y no cuentan con datos claros sobre los daños que se puedan ocasionar a la fauna, la flora y los nacimientos de agua que alimentan los acueductos veredales y regionales. Según la Agencia Nacional Minera los títulos mineros tienen como objetivo la explotación de yacimientos de oro, platino, minerales no ferrosos y sus concentrados, así como arenas, gravas naturales y silíceas.

Por la formación rocosa que registran varios de los ríos, habitantes de esta extensa región aseguran que hay intenciones de empresas multinacionales que buscan explorar posibilidades para la construcción de hidroeléctricas, pero no conocen detalles por la forma silenciosa con que actúan esta clase de grupos empresariales. Ese tipo de construcciones, dicen, acabarían no solo con el paisaje natural, sino con la forma de vida de las comunidades que habitan sus riberas y que aprovechan esas fuentes hídricas para la pesca de subsistencia y para sus prácticas culturales, especialmente en la medicina tradicional.

Para las comunidades de la región el agua es la raíz de la vida. Ésta les ofrece un sustento diario mediante la pesca, les brinda los sitios sagrados para el adelanto de los rituales de armonización o sanación que llevan a cabo los sabedores espirituales, les brinda espacios de esparcimiento y es esencial para el crecimiento del bosque, y por tanto, les aporta los materiales necesarios para la construcción de sus viviendas. Por esta razón, su intervención traería como consecuencia la desaparición física de los pueblos con el correr del tiempo.

A las situaciones mencionadas se agrega el adelanto de proyectos viales de quinta generación como, por ejemplo, la construcción de la vía que comunica a los departamentos del Putumayo, Cauca y Huila con el centro del país, la cual ya se encuentra contratada con la firma Aliadas para el Progreso, pero hasta el momento no ha iniciado los trabajos respectivos. Esta vía tendría el mismo recorrido de la actual carretera, pero sería ampliada, así que afectaría a los pobladores que tienen sus viviendas al lado de la carretera, para quienes hasta el momento no se ha definido una reubicación o indemnización. Eso sin tener en cuenta la instalación de tres peajes que afectarían la economía de los pobladores de la región por el incremento en el costo del transporte.

Además de esta clase de afectaciones traería como consecuencia el incremento de la población que ingresaría en búsqueda de tierras. Además, diversas especies faunísticas verían afectados sus hábitats lo cual las llevaría a desplazarse a la zona selvática, por lo que, según las autoridades indígenas y las organizaciones campesinas, podrían desaparecer. Según el presidente de la Asociación de Juntas Comunales de la Media Bota Caucana, Fernando Insuasty, solo la apertura de la vía existente ya ha causado daños por el continuo paso de vehículos de carga, que afectan con la generación de ruido y con el derrame de crudo que contamina las fuentes hídricas y genera accidentes.

Afortunadamente esta región ha sido habitada por comunidades indígenas, campesinas y afrocolombianas quienes desde hace muchos años han tenido que abrirse paso en la manigua para obtener un pedazo de tierra, porque ésta no solo les da sustento diario, sino que les proporciona alegrías. Por ello, la cuidan como la raíz de su existencia y, así mismo, vienen concertando mecanismos para su defensa. Las alegrías de las que hablan sus pobladores tienen relación con el cómo han visto el cambio en sus vidas, con el crecimiento de sus familias, con los cultivos plantados, con el hecho de contar con un hermoso paisaje natural, con la posibilidad de gozar de la tranquilidad de un bonito atardecer y un amanecer en medio del cantar de las abundantes aves, y, en general, gozar de la convivencia estrecha con la naturaleza.

Son estas amenazas las que motivaron a las comunidades que habitan esta región a iniciar, hace más de ocho años, reuniones de análisis sobre la situación, ya que existían rumores del ingreso de nuevas empresas al territorio y de la llegada de personas extrañas con maquinaria desconocida. Además, en ese momento Ecopetrol ya contaba con licencia de exploración. Por ello, en dichos encuentros buscaban, en primera medida, poner fin a las disputas territoriales por límites de resguardos indígenas, veredas, corregimientos y territorios para comunidad afrocolombiana; y en segunda medida, ejercer el control del extenso territorio.

Fotografía: Bota caucana piedemonte de la Amazonia, en el marco del convenio DW – CRIC. Autor: Horacio Enrique Pechené – Comunicaciones CRIC

Fue así como luego de varias reuniones de acercamiento, el 3 de febrero del 2016, en el resguardo de Santa Marta, con presencia de autoridades indígenas, Juntas de Acción Comunal y la Alcaldía Municipal de Santa Rosa, constituyeron la Mesa Interétnica como una forma de trabajo mancomunado en beneficio de estas comunidades. Esta mesa se constituyó en una reunión de dos días, que contó con espacios autónomos que permitieran establecer objetivos, formas de participación, intereses individuales y colectivos. Además, contó con el acompañamiento del Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, el Comité de Integración del Macizo Colombiano, CIMA, y la Asociación de Consejos comunitarios del Norte del Cauca, ACONC. 

Los propósitos de la mesa son: cuidar el territorio ante las distintas amenazas, adelantar el ordenamiento de manera concertada con todos los sectores sociales y buscar garantías en la defensa de sus derechos colectivos a un ambiente sano y una vida digna. Dentro de las acciones puntuales se trazaron las tareas de sanear, ampliar y constituir Resguardos Indígenas, constituir un Consejo de Comunidades Negras y constituir una Zona de Reserva Campesina con características especiales, teniendo en cuenta que se trata de una zona de interés no solo del orden nacional sino internacional, ya que es considerada el pulmón del mundo. Esas iniciativas recaen en ocho delegados por cada uno de los sectores sociales, que se comprometen con el respaldo de las organizaciones que los representan y el acompañamiento de la Alcaldía Municipal de Santa Rosa.

La tarea se inició y ha habido avances significativos en la realización de los recorridos territoriales que han ayudado a definir los límites de Resguardos, Consejos de Comunidades Negras y Zonas de Reserva Campesina. Dichos recorridos contaron con el apoyo de instituciones como Parques Nacionales, la Universidad del Cauca y la Universidad Javeriana, lo cual permitió la elaboración de una cartografía que ya fue entregada a la Agencia Nacional de Tierras para su estudio respectivo. De forma paralela iniciaron los trámites ante el Ministerio del Interior para el reconocimiento de varios Cabildos y para el Consejo de Comunidades Negras. Así mismo, se radicó la solicitud para la creación de la Zona de Reserva Campesina. 

La solicitud de creación de la Reserva Campesina originó la convocatoria de una consulta previa con las comunidades indígenas y negras que ha tenido varias sesiones en los Resguardos de Santa Marta, Mandiyaco y la zona campesino-indígena de Descanse donde se hicieron conocer las pretensiones de los grupos étnicos para dar vía libre a dicha reserva.

Se hicieron compromisos por parte de la institucionalidad que se han venido cumpliendo, manteniendo siempre la intención de que los tres procesos avancen con igualdad de condiciones. Luego de una evaluación realizada el 26 de noviembre del 2020, con asistencia de los integrantes de la Mesa Interétnica, se propuso el cierre de la consulta de forma parcial, permitiendo que se avanzara en la constitución de la Reserva Campesina sin dejar de cumplir todos los acuerdos pactados.

Infortunadamente la llegada de la pandemia del Coronavirus ha retrasado considerablemente el proceso, dada la suspensión de varias actividades como mecanismo para evitar la expansión de la peste. Sin embargo, “el futuro es esperanzador para blindar el territorio de las pretensiones de diferentes sectores por acceder a las riquezas”, aseguran sus dirigentes.

Consideran que la constitución de la Mesa es un buen método para proteger el territorio, toda vez que si mantienen la unidad de todos los sectores no será fácil el acceso de agentes externos que se aprovechan de las debilidades de la población para sus planes económicos. Igualmente, afirman que, disminuidas las tensiones entre las comunidades por los límites territoriales, podrán adelantar muchas acciones encaminadas a mejorar sus condiciones de vida como el acceso a los servicios públicos, la educación, los servicios de salud los cuales en el momento son recibidos a través de empresas del vecino departamento del Putumayo. Gracias a todo lo anterior, podrán enfrentar de forma unificada cualquier agresión contra sus integrantes o su espacio físico. 

Paralelamente, se viene impulsando la puesta en marcha de programas de turismo de naturaleza de manera comunitaria, fortaleciendo iniciativas en materia de reservas naturales como Verde Oxígeno, intensificando el avistamiento de aves con la participación en el Global Big Day (1) por parte de varios grupos conformados. De Igual manera, a través de la Mesa se logró el adelanto de un Diplomado en Turismo de Naturaleza con el apoyo de varias instituciones oficiales y privadas, que brindó elementos a los participantes para la creación de planes en el orden local y regional, que les permitan la generación de ingresos y el cuidado de los recursos naturales. A raíz de este diplomado, hay actualmente varias familias prestando el servicio de turismo mediante la visita a diferentes lugares del municipio y el avistamiento de aves. Así mismo, han iniciado el mejoramiento de infraestructura con este mismo objetivo. 

La participación en el Global Big Day ha permitido dar a conocer el municipio de Santa Rosa y sus comunidades en el mundo entero, teniendo en cuenta la destacada participación en el último certamen adelantado en octubre del 2020. Los resultados de este ejercicio de observación de aves indican que, a nivel mundial, Colombia ocupa el primer lugar con 1.283 especies, y el departamento del Cauca ocupa el tercer lugar en Colombia con 490 especies. Así mismo, que la participación del Turismo Comunitario de Santa Rosa aporta con 349 especies y 36 listas registradas en la plataforma E-bird (2), ocupando el primer puesto en Colombia y el quinto en el mundo por el número de especies avistadas. 

“Con estas iniciativas se espera que haya una ganancia en la concertación territorial con los pueblos que aquí habitan, que se fortalezcan las organizaciones y sobre todo salir adelante con la defensa del territorio. Se han logrado avances significativos y el más importante es el acuerdo de voluntades para tratar de convivir sanamente y esperamos que se consolide” afirmó uno de los líderes en la reciente reunión de la mesa. Entre tanto, sobre el tema ambiental, Fernando Insuasty asegura que “se busca generar conciencia entre los santarrosanos en la necesidad de cuidar el pulmón del mundo que se puede enfermar si no se le presta la debida atención”.

Los caminos trazados para proteger la región vienen avanzando en medio de diferentes dificultades. Algunas de ellas son la falta de atención por parte del Gobierno Nacional a las distintas iniciativas, los intereses individuales de algunas personas que no ven con buenos ojos el trabajo comunitario y hasta la intervención de las empresas privadas para dividir la naciente organización. Sin embargo, esta comunidad mantiene el propósito de tener un territorio que sea ejemplo de convivencia pacífica. 

Notas: 

  1.  Evento mundial de avistamiento de aves, que consiste en lograr que gente de todo el mundo salga y registre colectivamente la mayor cantidad posible de especies de aves.
  2. Es una herramienta virtual en la cual las personas pueden reportar las aves avistadas durante la jornada. Funciona a modo de base de datos y permite contabilizar los registros de aves que se desarrollan en todo el mundo.