Escrito por: Diana Collazos
Tejido de Comunicación – ACIN

Como pueblos que luchan reconocemos la existencia de una emergencia sanitaria anunciada como Covid-19, que pone en riesgo la vida y que se suma a la larga lista de amenazas que rodea a toda la humanidad, de la cual no estamos exentos los pueblos indígenas ni los sectores sociales del país; pandemia que este gobierno mezquino ha aprovechado como cortina de humo para seguir haciendo de las suyas, valiéndose estratégicamente de la propaganda a través de los medios masivos de comunicación.

La cuarentena o aislamiento obligatorio y egoísta como el “quédate en casa”, decretado por el Gobierno Nacional, ha ignorado a gran parte de la población colombiana que no cuenta con una vivienda digna, que vive del rebusque y que, además, gracias a sus políticas de terror, ha sido desplazada y despojada de la tierra, su único sustento, para así dejarla en manos de los grandes industriales, quienes por muchos años la han explotado y arrebatado a sus legítimos dueños.

Mientras se agudizaba la pandemia, los pueblos indígenas seguimos siendo testigos del reiterado e invisibilizado atropello por parte de la fuerza pública (policía, ejército, ESMAD) hacia las comunidades. Recordemos un poco los hechos ocurridos el primero de mayo del 2020, donde en un nuevo intento de desalojo dispararon contra las y los liberadores de la Madre Tierra en el norte del Cauca y envenenaron 16 vacas consideradas parte fundamental del proceso, tal como lo denunció el Proceso de liberación de la Madre Tierra en uno de sus comunicados: “Los autores de todos estos ataques son el eje del mal: Incauca, Asocaña (que agrupa todos los ingenios azucareros de la región) y el estado colombiano. Llenan de odio a la opinión pública contra nuestro proceso, envenenan a pueblos contra pueblos, tuercen la información en favor de los ricos, usan la estrategia paramilitar, desestabilizan y persiguen procesos alternativos, coordinan grandes subsidios con dineros públicos para intereses privados. El eje del mal entra a la historia por cometer la primera masacre de vacas liberadoras” (1).

Otros de los casos emblemáticos de esta estrategia de impunidad bajo el pretexto de la pandemia son el asesinato de Ánderson Arboleda en Puerto Tejada, a manos de un policía, quien le propinó tres golpes en la cabeza con un bolillo por infringir las medidas de aislamiento, y el de Estrella Valencia, quien fue asesinada durante una asonada en Buenaventura, donde la policía en su actuar arbitrario, dispara contra la población civil, quitándole la vida a esta mujer de 50 años.

Fotografía: Encuentro nacional de la guardia indígena - Toribio - 12 octubre 2019. Autor: Ariel Arango.
Fotografía: Encuentro nacional de la guardia indígena – Toribio – 12 octubre 2019. Autor: Ariel Arango.

Otra de las víctimas invisibilizadas es Alejandro Erazo, un joven de Popayán a quien un miembro de la fuerza pública le quitó la vida argumentando que fue en defensa propia. Según las declaraciones del coronel Nelson Díaz, comandante de la Policía Metropolitana de Popayán, a un medio local “El individuo se abalanzó hacia el uniformado y trató de agredirlo con el cuchillo, por lo que reaccionó en defensa propia con su arma de dotación y lo impactó a la altura de la espalda”. Alejandro se abalanzó hacia el policía y el disparo fue por la espalda, algo bastante absurdo.

El abuso a vendedores ambulantes es otra de las constantes situaciones de vulneración de derechos que se dan en este país, recordemos el caso de Don Néstor, el vendedor ambulante de la tercera edad que fue agredido por un miembro de la Policía Nacional y que después de una disculpa por parte del comandante de la policía nacional, el caso pasó a la historia.

Y cómo olvidar el caso de la niña Embera Chamí abusada sexualmente por siete soldados del Batallón San Mateo, adscrito a la Octava Brigada del Ejército, en el municipio de Pueblo Rico, Risaralda, el 21 de junio del 2020, y el de otras niñas indígenas abusadas por militares, hechos que fueron silenciados porque no hay garantía desde la institucionalidad, la cual siempre cobija y defiende a los “héroes de la patria”.

Lo único cierto en todos estos casos es que ninguno tuvo la oportunidad de defenderse, ni de buscar justicia. Tal como siempre ha pasado.

Los enfrentamientos entre los diversos actores armados tampoco cesan, y en este tiempo de cuarentena, en las montañas de Tacueyó, le arrebataron la vida a Yílber Yatacué, un joven de tan solo 14 años, quien estando en su casa no se salvó de la bala que le robó los sueños, tal como le sucedió a José David Puscué, un niño de 11 años, Kiwe Thegna del resguardo indígena de Chinas, a quien la estrategia de terror y guerra no le permitió volver a casa.

Estas son algunas de las muchas muertes que se han ocultado detrás de la emergencia de salud por la pandemia, de las cuales el Gobierno Nacional es responsable.

El exterminio cultural y físico al que hemos estado expuestos siempre los pueblos indígenas en el departamento del Cauca, al igual que en muchos territorios en Colombia, ha sido constante; el conflicto armado entre los actores que hacen la guerra (legales e ilegales) se ha ensañado en los últimos tiempos contra los pueblos implementando milimétricamente un plan de muerte que se alimenta del terror, que acolita el despojo y la esclavitud de la tierra. En solo cuestión de días nuestro territorio ha sido testigo de asesinatos, desmembramientos, desapariciones, atentados, desalojos y amenazas que parecen ser la condena de los y las colombianas. Toda una tragedia familiar que debería enlutar a Colombia, y, sin embargo, nos catalogan como uno de los países más felices del mundo.

Durante un encuentro con la Guardia Indígena, Jhoe Sauca, un compañero del pueblo Kokonuko, al preguntarle sobre lo que duele de este territorio, mencionó: “Duele el que atropellen nuestra dignidad, duele el que hoy por los intereses de las multinacionales, por los intereses políticos del gobierno nos maten autoridades o guías espirituales y que nos estén quitando la vida por una guerra que nunca nos ha pertenecido. Es muy difícil escuchar que otros pueblos se están muriendo de hambre, porque nos están matando de diferentes formas; aquí nos matan a bala o de hambre, aquí nos matan porque hemos sido del Consejo Regional Indígena del Cauca, proceso que lleva más de 50 años resistiendo”. 

En un momento en el que reventaban los escándalos de corrupción, que incrementaban los desplazamientos de las comunidades indígenas y afros, así como las amenazas y asesinatos de líderes sociales, llega la noticia del primer contagio por Covid-19 en el país, y desde entonces mediáticamente todo lo que se ve y oye es eso, el número de infectados y recuperados, logrando así sumergir al pueblo colombiano en la peor de las pandemias, la amnesia obligatoria.

Así que haciéndole frente a esa pérdida de memoria hoy, desde cada rincón de nuestra Madre Tierra, gritamos con fuerza y con acciones contundentes echamos a andar la palabra desde el corazón de la comunidad, para así despertar ante esta realidad que se ha ensañado contra nuestros cuerpos, los viola y asesina por el simple hecho de ser hijos e hijas de la Tierra.

Es por ello que en medio del confinamiento en el que el Estado ha sumido al país, momento en el que se afianzan sus estrategias de exterminio al servicio de quienes masacran y secuestran la vida, les contamos que como pueblos originarios seguimos haciendo memoria, caminando la palabra con dignidad y orgullo en defensa y por la libertad del territorio.

“Hay que caminar la palabra porque ella no camina sola” dicen los mayores y mayoras. Por eso desde este rinconcito del Cauca hemos querido echar a andar la voz de quienes se enamoran de la vida porque esa es la palabra que camina el territorio, ese es el palabrandar de nuestra gente.

@TrazosIndigenas
@TrazosIndigenas

Desde nuestra lucha no queremos acostumbrarnos a la muerte, ya estamos cansados de ella y por eso hemos venido enamorándonos de lo simple, de los sueños colectivos que nos dignifican en uno solo. Los miedos ya no son nuestros, ese no es nuestro camino; no queremos llenarnos de miedos y ser un nombre más en la gran lista de las víctimas de este Estado. Nosotros los pueblos indígenas queremos y vamos a seguir caminando la palabra hacia la vida en libertad.

Por ello desde cada rincón de este gran territorio vamos a seguir fortaleciendo desde cada pueblo los distintos puntos de control que camina el Consejo Regional Indígena del Cauca, CRIC, puntos que no se reducen solo a controlar la pandemia, como lo han mostrado algunos medios, sino que también le hacen frente al conflicto armado y a todo lo que nos mata.

En esta lucha sin afanes, desde abajo y desde el sentir de los pueblos, les decimos que vamos a continuar en resistencia, soñando, danzando, tejiendo y cantándole a la vida, vamos a hacerle minga a nuestras huertas para seguir echando raíz en los territorios donde nos hemos ombligado y desde donde defenderemos la memoria y lucha de quienes soñaron nuestro proceso y que hoy son truenos protectores de este territorio. Desde estas bonitas tierras les decimos que nosotros los pueblos originarios vamos a seguir luchando por un buen vivir, por un mundo diferente en donde viva la vida, en donde quepamos todos y todas.

Y ya para ir cerrando este gran tejido de sentires, les quiero compartir las palabras de Nelson Valencia, un Nasa bien malicioso y pata e´perro (andariego) del territorio de Munchique los Tigres, quien en una noche en uno de los puntos de control territorial, mientras compartíamos un poquito de chirrincho para pasar el frío, nos dijo: “Hay un tema que es de reflexión y es el volver a la tierra. Hay una generación que nos va a reemplazar y a esa generación hay que ponerla en esa sintonía; nosotros ya estamos viejos y en algún momento nos vamos a ir, si no nos mata el coronavirus nos matará otra cosa, pero esa generación tiene que coger las riendas de la organización y volver a la tierra que tanto se luchó y por la que muchos han muerto”.

Pay, wecx wesejxikwe.

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Notas:

(1) Tomado de: www.liberaciondelamadretierra.org / Masacradas 16 vacas en la Emperatriz. https://liberaciondelamadretierra.org/masacradas-13-vacas-en-la-emperatriz-incauca-asocana-y-estado-colombiano-el-eje-del-mal-contra-la-liberacion-de-la-madre-tierra/